La Teoría de la Puerta, de Melzack y Wall (1982) afirma que los mensajes de “dolor” que llegan hasta el cerebro desde una “zona dañada” o “foco de dolor” por determinadas vías nerviosas, están modulados por los mensajes que el propio cerebro transmite por esas mismas vías nerviosas. Es decir, la interacción entre los mensajes nerviosos de “ida y vuelta” entre la zona donde supuestamente se produce el dolor y nuestro cerebro es lo que determina que tengamos la percepción del dolor o por el contrario no lo notemos. Es como si tuviéramos una puerta en nuestro sistema nervioso que dejara entrar o no el dolor.
En determinadas circunstancias los mensajes de dolor trasmitidos mediante impulsos nerviosos desde nuestro cerebro pueden variar en intensidad, ser bloqueados o “dispararse” según sea la influencia de dichas circunstancias. Éstas serían las llaves que abren y cierran la puerta del dolor.
El trastorno de dolor crónico está determinado por distintos factores y no sólo por la extensión de la lesión física.
Estos factores influyen en la posición de la “puerta” de entrada del dolor, modulando la cantidad de estimulación que llega hasta el cerebro. Los factores que hacen empeorar el dolor son:
En determinadas circunstancias los mensajes de dolor trasmitidos mediante impulsos nerviosos desde nuestro cerebro pueden variar en intensidad, ser bloqueados o “dispararse” según sea la influencia de dichas circunstancias. Éstas serían las llaves que abren y cierran la puerta del dolor.
El trastorno de dolor crónico está determinado por distintos factores y no sólo por la extensión de la lesión física.
Estos factores influyen en la posición de la “puerta” de entrada del dolor, modulando la cantidad de estimulación que llega hasta el cerebro. Los factores que hacen empeorar el dolor son:
1. Factores físicos:
- Extensión del daño y/o de los cambios degenerativos
- Extensión de la cicatrización residual y otras reacciones físicas al daño después de la curación (por ejemplo condiciones de circulación, inflamaciones y otros cambios del tejido liso).
- Cambios no específicos, por ejemplo, estenosis vertebral ligera, pérdida de simetría.
- Mal funcionamiento de los sistemas muscular o arterial, debido probablemente a una debilidad hereditaria.
2. Factores emocionales:
- Ansiedad, preocupación, tensión
- Ira y altos niveles de excitación
- Depresión.
Estos factores pueden ser provocados por el mismo dolor o por otros acontecimientos de la vida diaria.
3. Factores mentales:
- Grado de localización de la atención en el dolor.
- Aburrimiento (a menudo es producto de la reducción de actividades para combatir el dolor).
- Creencias y actitudes acerca del significado del dolor. Por ejemplo, compare la intensidad de un dolor en el pecho si cree que se debe a una indigestión o si cree que se debe a un ataque cardíaco. No se siente lo mismo, pero es el mismo dolor.
- Falta de control sobre el dolor (baja tolerancia al dolor). Muchos pacientes de dolor crónico sienten que no pueden controlar su dolor. Un comentariotípico es: “El dolor controla mi vida”.
La Medicina aporta soluciones imprescindibles al problema de dolor agudo y a los factores puramente fisiológicos que se hallan a la base de un trastorno de dolor crónico: fármacos (sedantes, relajantes musculares, ansiolíticos, etc.) y contraestimulación (calor, masaje, acupuntura...), cirugía...
Pese a los efectos secundarios de algunas de estas intervenciones, es preciso actuar de este modo para aliviar el sufrimiento del paciente. Las soluciones médicas son más cuestionables en los procesos emocionales y “cognitivos” (mentales) secundarios al dolor crónico.
Para afrontar estos aspectos de la enfermedad se precisa tratamiento psicológico cognitivo-conductual que fundamentalmente ayude a los pacientes a conseguir el pleno dominio y control del proceso de dolor, con objeto de reducir las sensaciones de dolor y de mejorar su calidad de vida apreciablemente.
Pese a los efectos secundarios de algunas de estas intervenciones, es preciso actuar de este modo para aliviar el sufrimiento del paciente. Las soluciones médicas son más cuestionables en los procesos emocionales y “cognitivos” (mentales) secundarios al dolor crónico.
Para afrontar estos aspectos de la enfermedad se precisa tratamiento psicológico cognitivo-conductual que fundamentalmente ayude a los pacientes a conseguir el pleno dominio y control del proceso de dolor, con objeto de reducir las sensaciones de dolor y de mejorar su calidad de vida apreciablemente.
Una correcta intervención desde esta perspectiva pasa por la aplicación de técnicas para la modificación de las conductas de dolor (presentes en muchos pacientes; p.ejem: la inactividad laboral o profesional); movilizar recursos y aprendizaje de habilidades tendentes a la reducción de la tensión (relajación, técnicas de respiración, programación de ejercicio físico...); intervenciones psicológicas a nivel emocional (autorregulación emocional, hipnoterapia, terapia de estrés, terapia autoinstruccional...) e introducción de técnicas cognitivas (referidas a los procesos de “pensamiento”) de resolución de problemas, reestructuración, eliminación de pensamientos desadaptativos, reinterpretación del dolor, etc...
No debemos dejar que el dolor frene nuestra actividad ordinaria. Sabemos que es un problema grave, en algunos casos incapacitante; pero no olvidemos que disponemos de “herramientas” válidas para hacerle frente adecuadamente y conseguir mejorías apreciables en nuestra calidad de vida.
Tomado de : http://www.psicologos.eu/wp-content/uploads/2009/06/dolor.htm