viernes, 14 de marzo de 2014

CARACTERÍSTICAS DE LA DIETA MEDITERRÁNEA


La palabra "dieta" deriva de otra griega más antigua, "diaita", que significa estilo de vida equilibrada, sana. Esto es exactamente lo que representa la Dieta Mediterránea, mucho más que una pauta nutricional o forma de alimentarse.
La alimentación mediterránea típica o tradicional representa una forma de consumir la combinación equilibrada, variada y completa de alimentos, ingeridos por personas de una cultura y personalidad determinadas, en un área geográfica precisa, con aromas característicos y tonalidades luminosas naturales y que goza de un privilegiado clima propio.
Pero la Dieta Mediterránea es una forma de vida, no solo un patrón alimentario que combina ingredientes de la agricultura local, las recetas y formas de cocinar propias de cada lugar, las comidas compartidas, celebraciones y tradiciones, que unido a la práctica de ejercicio físico moderado pero diario favorecido por un clima benigno completan ese estilo de vida que la ciencia moderna nos invita a adoptar en beneficio de nuestra salud, haciendo de ella un excelente modelo de vida saludable.
Es quizá el modelo alimentario más saludable del planeta, hecho corroborado por numerosos estudios epidemiológicos y experimentales de nutrición que muestran que los países del Mediterráneo gozan unas tasas de morbilidad por enfermedades crónicas más bajas y una esperanza de vida más elevada.
En realidad cuando nos hablamos de la Dieta Mediterránea, no nos referimos a una dieta única, sino  al conjunto de las distintas dietas mediterráneas agrupadas por una filosofía de vida similar y compartida por todas las gentes que han habitado en la zona del mar Mediterráneo a lo largo del tiempo.
Estas dietas se caracterizan por aportar escasas cantidades de ácidos grasos saturados y grandes cantidades de carbohidratos y fibra, y tienen un alto contenido en ácidos grasos monoinsaturados que proceden principalmente del aceite de oliva y de antioxidantes.

Entre sus características básicas, se pueden destacar:

1. Consumo abundante de alimentos de origen vegetal, incluyendo frutas y verduras, patatas, cereales, pan, legumbres, hortalizas, frutos secos y semillas.

2. Preferencia de una cierta variedad de alimentos mínimamente procesados y, en la medida de lo posible, frescos, de temporada y cultivados localmente.

3. Empleo del aceite de oliva como fuente de grasa principal, reemplazando a otros aceites y grasas como, por ejemplo, la mantequilla o la margarina.

4. Aporte total de grasa en la dieta del 25-40% de energía, con menos del 7-8% de grasa saturada.

5. Consumo diario de queso y yogur.

6. Consumo de fruta fresca como postre diario, y limitación de la ingesta de pasteles y dulces a unas pocas veces por semana.

7. Consumo semanal de cantidades entre bajas y moderadas de pescado, marisco y aves de corral y hasta cuatro o cinco huevos por semana.

8. Consumo de carnes rojas pocas veces por semana, en raciones pequeñas como ingredientes de platos.

9. Utilización de ajo, cebolla, hierbas y especias como condimentos

10. Práctica de actividad física regular de manera que se favorezca la adopción de un peso corporal adecuado, una forma saludable y una sensación psicofísica de bienestar.

11. Consumo de vino, normalmente acompañando a las comidas.

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